martes, 20 de marzo de 2012

Nunca saber dónde puedes terminar.

Si hoy es uno de esos días que estás arriba del todo, que sonríes por todo y por nada, que la cabeza te da vueltas y tu felicidad salta a través de tus ojos: 1) Aprovéchala. 2) No leas esto.
Porque de un día para otro te estampas. Como una caída cuesta abajo sin frenos, una locura enredada que hace que te encuentres de nuevo con la cara dolorida y ninguna herida física aparente. Eso sí, te pesan los parpados, te duelen los ojos, te quema el corazón y se sofoca tu aliento. Que si es posible que te pase esto? Sí, lo es. A mí me ha pasado. Y no una, sino más de mil veces. Me creo que por fin he llegado a la cima, y al día siguiente la frase "Todo lo que sube, baja" recorre mi mente de esquina a esquina. Y lo llaman algo así como vida. Y te la tienes que tragar porque es lo que toca. Al igual que la felicidad viene, se va. Al igual que los lloros vienen, se van. El sol se oculta para todos, pero también vuelve a salir tarde o temprano. Sólo tienes que esperar. Que luchar. Que aprender a socorrer a todos esos sentimientos que parecen estar ahogándose en un mar sin fondo, y sobrevivirlos. Uno a uno. Leyéndoles esto. Siendo capaz de reencontrarte con las ganas, la fantasía, la pasión y la necesidad. Y no dejarte llevar siempre, porque aunque "dejarse llevar suena demasiado bien" es imprescindible encontrar algún día ese equilibrio que mi pirata favorito caracteriza como imposible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario