"Y otros son más grises que una despedida en la estación".
Huir donde no me encuentre ni el aire, y correr hasta que no me quede oxígeno. Esconderme hasta de la invisibilidad, y apoderarme de ella para desaparecer por completo. Recordar tantas sonrisas como lágrimas me causó mi rutina preferida. Anestesiar a todo ese dolor, y desextrañarme ante la felicidad, asimilando la falta de razón poco a poco, viendo como mis manos envejecen y mi cerebro se olvida poco a poco de todo.. Quedando cerrada la puerta a la brisa, y desvanecida toda aquella nube portadora de recuerdos.
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