No pienso arrepentirme el día que crucemos esa puerta por última vez, el día que nos sentemos entre risas y palabras no vocalizadas por mi parte. Siempre has sido la parte innegociable de mí, la parte imposible de ser cambiada, la sonrisa que haría de una mañana una canción. La cursilería que consigues sacar de mis palabras, de mis sentimientos. No pienso arrepentirme porque habremos vivido al máximo tardes como la de hoy, porque habremos conseguido perdonar a los perdones, porque habremos conseguido combatir a un orgullo inexistente.
Son partes intratables de mi enfermedad, problemas psicológicos de los que todos renegamos, y esas miradas que no saben esconder el miedo causado por perder una felicidad tan buscada.
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