martes, 11 de enero de 2011

Promesas que no valen nada.

Y cómo se escribe el paso de dos años desde tu derrota sin demostrar frialdad, dureza, dolor, sin demostrar todo lo que me diste y me quitaste hoy hace dos años. Ese sentimiento de vacío que recorría mi cuerpo, el ver como pasaba gente y gente a mi alrededor, y seguirme sintiendo la persona más solitaria del mundo. Cómo decir que te llevaste mi alma y corazón, te llevaste mi personalidad y mi felicidad con un sólo suspiro, con dos palabras que dejarían tus sonrisas como simple anécdota en mi imaginación. Decir que saltaron tantas lágrimas como hoy escalofríos al leer lo que aquel día escribí, lo que creí que me habías dado cuando ni si quiera eras capaz de mirarme. Te llevaste contigo mi música, la posibilidad de poder sonreir sin estar contigo, de poder caer al suelo riendo sin tus bromas.
Y hoy, dos años después, sigo sintiendo esas lágrimas recorrer mi cara. Te sigo viendo pasar ausente de mis lloros, inconsciente del dolor. (Consciente de mi destrozo). Fui víctima de mi propia carnicería y carne de mi propia sangre, arrancándome la piel para convertirla en coraza metálica. Cometí un error del que no hice más que aprender revolcándome en mi propia miseria, viendo como nadie se quedaba. Unos pasaban delante mío sin preocuparse del porqué de mi mirada hinchada, (los más importantes, supuestamente), otras hacían caso a mis lamentos, peor no escuchaban lo que realmente tenía yo dentro. No podía explicarlo para callar su incomprensión. Lo intentaron algunas, pero nadie era capaz de ver cómo me sentía, el dolor era tan único como esta relación, y aunque se intenta comparar, siempre será incontrastable.
Han pasado muchas cosas, unas buenas y otras no tanto. Cosas increíbles, capaces de hacer cambiar a un ser humano con un sólo chasquido (una sola sonrisa de bebé recién nacido). De repente todo pareció borrarse, un año después decidiste escuchar tras marcharte. (Y volviste, por fin, volviste a mí). Para darme mucho más que antes, y nada en comparación con lo que yo sentía que habías hecho por mí.
Quería hacerte feliz, y con ello hacerme feliz a mí misma. Sonreírle contigo a la vida.
Pero aprendí a alimentar mi sonrisa de la tuya.

No hay comentarios:

Publicar un comentario