martes, 18 de septiembre de 2012

Mar, Jara.

Echo de menos sus abrazos, sus prolemas, sus quejas. Echo de menos a sus madres, los abrazos de sus madres, sus preguntas, la manera en la que me hacen reir. Echo de menos sus ojos, sus distintas maneras de decirme que me quieren, el olor a choto al desertarnos tres en las misma cama. Echo de menos la risas en esas camas, el culo cojín, las grabaciones de voz borrachas. Echo de menos escuchr las grabaciones a la mañana siguiente, que las carcajadas borren la resaca. El desayuno a las 2 de la tarde, que lleguen tarde, llegar tarde. Esas comidas apalancadas en distintos sofás, robarles tabaco y que me roben. Echo de menos huir a sus casas en busca de socorro cuando nada ni nadie es capaz de socorrerme. Socorrerlas, escucharlas, mirar nuestros ojos hinchados, e irme de sus casas sabiendo que las tres tenemos la misma sensación: nuestra amistad es demasiado única para no poder solucionar los problemas que nos rodean. Echo de menos las copas de vino, porque ya no sabe igual, ya no me río igual al beberlo... ya no está avinagrado, ni recién comprado en un chino. Echo de menos las salsas, las paellas domingueras en tupper wares. El timbre que a penas suena, tocarlo y ecucharlo nada más entrar a su casa. Los cincuenta ceniceros en cada esquina de la cocina. Echo de menos no poder beberme un vaso de leche porque si no ella se quedará sin ésta manchada de café en su desayuno. No ponerme a dueta jamás, comer chocolate como si de Bosnia se tratase. Echo de menos levntarme y leer "2 y media en Atocha?". Coger un interminable metro para llegar. Inflarnos en el chino por sólo 5 euros. Echo de menos poder hablar. Confiar. Sentirme en casa cuando estoy con ellas. Ser capaz de dejar de actuar durante un par de horas y simplemente: ser yo misma. Que me quieran tal cual.
Echo de menos su pelo alborotado todas las mañanas, sentirme incapaz de distinguir entre una oveja o mi mejor amiga. También a Hagrid y sus ojos hinchados. Que finja no haber leído un mensaje por la pereza de salir de su guarida. Mi otra mejor amiga.
Sobre todo, echo de menos la naturalidad. Estr con alguien que conoce todos y cada uno de mis defectos. Conocerlos yo. Y que, sin embargo, provoquen que no quiera estar con nadie más que con ellas.

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