martes, 18 de septiembre de 2012

I'll be here patiently wating to see what you find.

And just like them old stars, I see that you've come so far to be right where you are. How old is your soul?


Tengo tanto que decir.. que no sé ni por dónde empezar. Supongo que podría servir el dejar de dar de lado, dejar de sentirme incomprendida, abrirme, confiar, ser capaz de mirar a los ojos a alguien y decirle que no, que no soy feliz. Ni Aristóteles, ni Platón, ni squiera Nietzche. En ninguno soy capaz de encontrar el significado que tiene la vida para mí.
No quiero volver a tirar la toalla.. ¿de qué serviría? Ya no es cuestión de esperar a que me entiendan. Primero: Tengo que entender yo al resto de la humanidad. No comprendo las mentiras en la política, la falsedad de un periodismo al que me voy a dedicar en menos de cuatro años. Tampoco soy capaz de ponerme en el lugar de alguien que se llena de rabia cada vez que otro sonríe por amor, cada vez que hace lo que siente que debe hacer, y sí: logra la felicidad.
A mí me parece que una risa a carcajadas es meritoria de un denso aplauso.
El ser humano, es, por lo general, alguien que se cataloga y se fulmina. Aunque uno haga algo bien, en menos de dos segundos habrá un detallista buscándole un defecto. Pero.. ¿es tan difícil aplaudir y apoyar a alguien? ¿Porqué hay que juzgar todos y cada uno de los pasos que damos a lo largo de nuestra vida?. Y aquí es donde entra la hipocresía. Me gustaría saber si alguna vez ha existido alguien que no haya cometido un error jamás. Nadie. Absolutamente, nadie.
Pues verás.. aquí te presento tu hipocresía, tu error, tu inexistente valor. Te presento tu capacidad de tirar todo por la borda, de no aceptar a alguien sólo por amar. Amar locamente, a alguien de su mismo sexo. ¿Y tú eres la que hablas de injusticias? Mírate al espejo, dime si te reconoces, si te quieres, si estás orgullosa de ser quién eres. 
Exactamente, ¿quién decidió darte el poder para dictar sentencia sobre mi vida?
No entraré en una guerra. No merece la pena. Sólo esperaré a que veas como la sociedad cambia, evoluciona, y tú, poco a poco, vas perdiendo a alguien con quién jugabas a hacer castillos de arena y dabas el biberón de pequeña.
Sólo quiero decirte: Que no tengo miedo. Que voy a luchar por ser yo misma. Que no volveré a actuar. Que te perdonaré cuando sepas valorar la felicidad en los ojos de tu hija. Y, sobre todo, que te quiero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario