miércoles, 25 de julio de 2012

Memorias rumanas

Arion, Florin, Vanessa, Cristi, Ionela...
Cualquier descripción, palabra, conversación o imagen sobre ellos quedaría corta. Niños sin nada, sin familia, con deformes físicos increíbles... y siempre una sonrisa en la cara.
Me han enseñado a apreciar, a vivir, a luchar y sentir que puedo con todo. Me han demostrado que si la vida no es suficientemente justa para mí, el poder ir a visitarles me sacará de cualquier duda ante cómo debo aprovechar o no aprovechar lo afortunada que soy. Les he dejado mi corazón para que lo abracen por las noches y no se sientan solos, mi promesa de que volveré para regalarles todos esos momentos que ya hemos vivido este año. Tantos abrazos, tantas risas. Tanto.
Qué injusta es la vida. Yo sólo espero que sus padres, esos que un día abandonaron a esos ángeles, estén recibiendo su merecido.
Os amo niños, cuidad de mi corazón porque seréis mi razón por la que luchar en la vida.




Mis dos ángeles, Cristi y Ionela... volveré. Ya soys parte de mí.


Y por supuesto... he dejado un amor en Rumanía. Debo de ser la persona más enamoradiza del mundo, no puedo estar más de dos semanas sin fijarme en alguien. Es de esas personas inmensamente buenas pero inmensamente serias. Arrancarle una sonrisa era sentir que me podía comer el mundo... pero si se la arrancaba reía a carcajadas como si no hubiera un mañana. Qué grande... volveré a por tí el año que viene, tú sólo esperáme y manten esa parte soñadora que sólo juntas desarrollábamos.

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