viernes, 27 de julio de 2012

Arrepentirse significa tardar en rectificar.

Aunque no quieras entenderlo, ni yo me sepa expresar. Aunque no quieras verlo y yo me empeñe en mirar por tí. Aunque tú no lo sepas, aunque yo no lo intente.
Siempre quise guiar mis ilusiones y emociones por caminos correctos, por caminos donde sabía que sólo yo llegaría a controlarlos. Intenté que el realismo se apoderase de mis sentimientos, dejar de soñar para lograr encontrar una estabilidad. Lo logré, y he perdido a lo que más quiero.
Incapaz de mantener lo más sencillo, de cuidarlo, de tratarlo como merece. Arañando segundos de las horas, minutos de los días, arañando palabras de tus recuerdos más profundos. Recuerdos que sólo has sido capaz de susurrarme a mí. Y ha hecho falta una experiencia que ha cambiado mi vida, para decirte que:
Lo siento. Debería haber luchado por tí. Debería haberte ido a abrazar cuando me lo pediste, haberte dado los besos y caricias cuando los reclamabas. Debería haberme comido el miedo, haber puesto nuestro amor por bandera. Debería haberme dado cuenta de que un futuro mejor profesional no será un futuro mejor si no te tengo a tí a mi lado. Debería haber sabido que sólo contigo me hubiese comido el mundo, que juntas podríamos con todo. Y nunca debí tirar la toalla.

Sé que llego tarde. Que no me merezco perdón, y que ya da igual que lo pida, porque ni aún hoy podría cambiar lo que hay ya escrito en mis próximos cuatro años. Igual no era el momento, pero igual no hay otro momento. Igual no vendrá ese día en que nos crucemos y vivamos por fin como nos merecemos: A menos de dos centímetros.

Si perdí mi oportunidad, viviré con ello. Arrepentirse significa tardar en rectificar, y yo asumo, a la vez que rectifico, cuando te digo que en lo más profundo de mí, hasta en mis sueños, sólo grito querer pasar el resto de mi vida a tu lado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario