miércoles, 7 de noviembre de 2012

Carta de despedida.

Hola:
Sí, hola. Sólo hola. Una palabra más de todas las que escribiré, de todas las que formarán parte de este adiós, de este 'hasta siempre'.
Hoy has decidido acabar con nuestra relación por completo. Sí, el primer paso lo di yo. Y la culpa, aunque engañada, también fue mía. La verdad es que no he sabido muy bien cómo reaccionar ni cómo frenar las lágrimas al darme cuenta de que nunca más, de que nunca más formarás parte de mi vida... Qué drástico. Sí, medidas drásticas para acabar con un dolor que yo sé cómo de profundo es. Y es que no seré yo la que te reconozca haber mentido.
Entre confesiones me contaste dos episodios de tu vida dónde tomaste la decisión más incorrecta y dañina que podías tomar: Suicidarte.
Dos veces son muchas en una vida tan corta. Demasiadas. Así que no seré yo la que te repita, que en realidad me he ido de tu vida para no hacerte más daño. Que me he inventado un cuento de niños infelices para frenar una despedida cada mes. Y que comprendo perfectamente que hayas decidido eliminarme de tu vida de una manera tan radical.
Te he querido mucho. Y te he creído. He soñado en que realmente estuviésemos destinadas. En ese futuro juntas y en alcanzar esa ilusión. Vivir viajando, rodeadas de serpientes, de animales, y quién sabe, igual de niños. Ha sido corto. Pero ha sido. Son episodios de mi vida, y no me gusta borrar ninguno. Aunque hipócritamente, hoy te ruego que me borres. Que te olvides de mí. Que finjas no haberme conocido jamás, que finjas no haberme besado, y suplicado entre caricias que me quedase a tu lado.
Nos hemos perdido. Y jamás nos volveremos a encontrar. O quién sabe. Quizá una calle mojada, un concierto vacío, un funeral, un trabajo con olor a papel recién impreso.

He perdido una amistad y he arrancado una espina en tu dolor.

Gracias. Gracias..

No hay comentarios:

Publicar un comentario